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Los productos orgánicos son más saludables. Están libres de residuos tóxicos persistentes procedentes de pesticidas, fertilizantes sintéticos, antibióticos, aditivos y conservadores.

Tampoco tienen trazas de anabólicos ni de hormonas (STB) que pueden alterar el balance bioquímico de nuestro organismo, sumamente importante para el crecimiento sano y normal de los niños.

Los productos orgánicos son más nutritivos: hay infinidad de estudios que demuestran que las frutas, cereales y legumbres tienen una mayor concentración de materia seca y mayores proporciones de vitaminas, proteínas, azúcares y minerales.

Son alimentos elaborados con métodos que no alteran su calidad nutricional, en muchos casos artesanales. Además, gracias al esmero y cuidado en su producción, rescatan gustos originales y tienen mejor sabor. 

La distribución de productos orgánicos, por lo general, se realiza bajo principios de comercio justo, donde los productores de escalas medias y pequeñas (huertos y granjas familiares, cooperativas de producción) reciben una proporción justa del precio final, lo que contribuye a crear sustentabilidad para las comunidades del campo.

En la producción orgánica no se utilizan variedades transgénicas ni se permite la irradiación de semillas, evitando con ello daños ecológicos y riesgos para la salud. En cambio, se rescata el uso de variedades criollas, salvándolas de la desaparición. 

La práctica de métodos orgánicos no genera problemas ecológicos, sino que los resuelve. No se dañan ni contaminan servicios ambientales como suelos, agua y atmósfera. La producción orgánica rescata y promueve la biodiversidad.

Nuestras decisiones de compra tienen consecuencias directas y determinantes en, cuando menos, cuatro grandes campos: nuestra salud, la calidad gastronómica de nuestros alimentos, la economía del campo y la conservación del medio ambiente.

A estos cuatro aspectos los llamamos las Bases del Consumo Consciente:

  • Alimentación natural, pura y nutritiva (Salud personal y familiar)
  • Valor Gastronómico, Autenticidad (Calidad de Vida)
  • Sustentabilidad (Salud social y económica)
  • Biodiversidad y Conservación (Salud planetaria)

Pero, ¿qué es realmente “orgánico”?

Se llama orgánicos a los productos que proceden de cultivos o crianza de animales donde no se han utilizado agroquímicos (pesticidas o fertilizantes sintéticos), hormonas STB, anabólicos ni antibióticos. En la producción orgánica no se aceptan variedades transgénicas. 

Al procesar los alimentos, no se usan aditivos o conservadores artificiales. En cambio, se han optimizado las relaciones entre las fuerzas vivas de la naturaleza: el suelo (fertilizado con métodos naturales), el aire, el agua y el sol y las distintas poblaciones de seres vivos en el agroecosistema. 

Generalmente se promueve el uso y rescate de variedades criollas. Los alimentos se elaboran utilizando ingredientes naturales y con métodos que no alteran su calidad nutricional. El término “orgánico” procede del inglés (organic) y fue acuñado por un agricultor británico en los años 1950. En Europa, a los productos orgánicos se les llama también “biológicos”, “bio” o “ecológicos”.

Generalmente los productos orgánicos traen una etiqueta que los certifica como tal y no es por decisión de productor denominarlos así, sino que debieron pasar por un análisis estricto que incluye siembra, riego, abono y cosecha, para poder adquirir esa etiqueta.

Para llamarse orgánicas, la producción animal y vegetal, la recolección de especies silvestes, la acuacultura y la agroforestería deben cumplir con estándares rigurosos. Estos estándares los establecen organismos internacionalmente reconocidos, entre los que destaca el IFOAM (International federation of organic Agriculture Movements), con sede en Alemania.

Para certificar el cumplimiento de estos estándares, los productores se someten a un proceso de análisis y pruebas, en el cual agencias certificadoras acreditadas vigilan y comprueban el cumplimiento de la norma orgánica. Analizan agua, suelos, planes de manejo, métodos de elaboración y productos, entre otros aspectos, y otorgan el Certificado Orgánico una vez que los requisitos están totalmente cubiertos, un proceso que en ocasiones toma varios años. Los Certificadores deben cumplir con lo dispuesto en la Guía 65 de ISO (International Organization for Standarization) y estar acreditados por IFOAM.

Por tu seguridad y para mantener un alto estándar de calidad orgánica, honesto, objetivo y respetuoso de la preocupación de los consumidores por adquirir mejores alimentos, verifica siempre la certificación de los productos, que debe exhibirse en la etiqueta.

 

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